martes, 13 de noviembre de 2012

¿Que sientes cuando te abres?
¿Qué siente  una persona cuando muestra su ser?
Indefensión y felicidad, si, felicidad.
Las personas, seres cerrados deseando abrirse como el capullo de una flor en las primeras lluvias de la primavera, desean mostrar su interior al lo existente, poder quitarse esa mascara oxidada de acero oxidado y madera vieja desnudar su rostro al mundo, su sonrisa, sus emociones, sentirse libre de las cadenas que oprimen y aprietan.
Pero el mundo así no lo desea, las personas deben ser lo que el mundo espera de ellas, nunca lo que realmente necesitan ser, lo que quieren, lo que anhelan.
Si abres tu mascara al mundo, te golpearán, te maldecirán y te escupirán en tu cara indefensa por haber sido capaz de abrir el cerrojo que separa la realidad de la mentira establecida y escrita en el destino.
¿Destino?
 En la mente de la sociedad, en las esperanzas puestas en el mundo imaginario, inventado de cada uno de los elementos que forman parte de ella que no tienen el valor suficiente de reconocer lo que son, sus debilidades, sus temores, sus gustos mas secretos. Solo son débiles cuando las otras personas lo son, solo le gusta lo que a los demás les gusta y solo son capaces de mover ligeramente el candado de posición, pero nunca de abrirlo totalmente.
Pues, escondamos todos nuestro ser detrás de esas mascaras de acero y madera, fundamos la carne con el metal, clavemos la madera astillada en la piel. Cuando observemos la estupidez del mundo, cuando nos demos cuenta de los humanoides en los que nos hemos convertido sentiremos odio por no poder quitarnos las mascaras o quizás, simplemente, nos sintamos horripilados por la visión  tras de ella.